jueves, 2 de junio de 2011

La microfísica del poder


Luego de idas y vueltas, del desinterés de la gestión actual de la ciudad y varios fallos judiciales, los
porteños, además de jefe de gobierno y legisladores, vamos a votar por primera vez a los llamados
“comuneros”. ¿Pero cuál es su función? Nos fuimos a dar una vuelta por las quince comunas porteñas
para hablar con algunos de sus candidatos y entender cómo será hacer política desde la vereda.

Por Emanuel Damoni y
Diego Sánchez




En muchas series o películas norteamericanas, cuando un ciudadano de a pie tiene una necesidad que considera posible de saldar a través de “la política”, desanda el camino a través de una gimnasia simplona: le escribe una carta al representante de su jurisdicción. Más allá de cuánto de esto suceda en la realidad y de cuáles sean los resultados de esa conexión, la relación entre representantes y representados a través de una simple misiva es una metáfora posible para pensar cómo se desarrolla, por fuera del momento de elecciones, el diálogo entre el Estado, la sociedad y los individuos que la componen. En la Ciudad de Buenos Aires, el próximo 10 de julio se votará por primera vez candidatos para las Comunas y este nuevo espacio de gobierno, además de remitir a la Comuna de París, esa mítica experiencia anarco-comunista francesa de fines de siglo XIX, es también asociable a la imagen de la carta como forma de proximidad entre autoridades y vecinos: que el comunero sea alguien que uno pueda encontrarse en el chino, en el parque o un martes a las 2 AM en un desolado minimercado de estación de servicio, le da una dimensión de cercanía a la política que, a priori, es útil para trabajar esa relación. Pero, en concreto ¿de qué se tratan las comunas? 


Comunas porteñas, la unidad básica de la representación

El diseño de las comunas porteñas comenzó hace cerca de dos décadas, a tono con una tendencia mundial orientada a la descentralización de la administración pública. En 1996, cuando se sancionó la Constitución de la Ciudad, las comunas tuvieron su capítulo en el Título Sexto. Posteriormente, en 2005, la legislatura de la Ciudad sancionó la Ley Orgánica de Comunas Nº 1777, la constitución específica de las comunas, que estableció de forma pormenorizada, entre otros asuntos, sus principios, objetivos, competencias y presupuesto.
Las comunas son quince pequeñas unidades político administrativas en las que se divide la ciudad de Buenos Aires. Sus delimitaciones concuerdan con la traza de los barrios porteños. Caballito, Palermo y Recoleta, constituyen en sí mismos una comuna cada uno. Las restantes doce están conformadas por dos o más barrios, llegando, algunas, a contener hasta seis.
El poder ejecutivo comunal es la Junta compuesta por siete miembros, de los cuales uno de ellos es el presidente. El espacio político que más votos saca para el ítem comunas en las elecciones es aquel que se hace con el cargo principal. El sistema que se aplica para la composición de la junta es el D´Hont, el mismo con el que se definen los ingresos y proporcionalidades en la Legislatura de la Ciudad y en la Cámara de Diputados de la Nación. La duración de los mandatos se rige bajo los mismos criterios que la de un jefe de gobierno o presidente de la nación: cuatro años, con posibilidad de una reelección. Aquellos candidatos que resulten electos comuneros este 10 de julio, asumirán el 10 de diciembre junto al resto de los cargos que se disputan en estas elecciones. 


Una abstración de Multitudes

La Ley 1777 en su artículo 10 establece como competencias exclusivas de las comunas la elaboración del presupuesto anual y la planificación y ejecución de trabajos en las calles secundarias y para los espacios verdes. De forma común con el gobierno central está estipulada la implementación de diversos programas en el territorio comunal, así como el control de la prestación de distintos servicios. Las comunas no podrán crear impuestos o tasas ni podrán endeudarse como metodología para apalancar el desarrollo de políticas públicas. Los fondos con los que cada Junta contará surgirán del presupuesto general de la ciudad de 2012 que será elaborado a fines de este año. Aquí hay un punto incierto sobre cuáles serán las capacidades efectivas con que van a contar las juntas comunales.
“Estos primeros comuneros van a ser una transición”, subraya Luis Cúneo, militante de Nueva Comuna y candidato comunal por el Encuentro para la Victoria en la Comuna 15, una comuna que lleva el desafío de tener que organizar en una sola jurisdicción a seis barrios: Villa Crespo, Paternal, Chacarita, Villa Ortúzar, Parque Chas y Agronomía. En la lista, lo acompaña también Camila Febe, militante de La Cámpora, “Hoy la comuna es una entidad abstracta”, asegura Camila. Y agrega: “El imaginario barrial es uno de los imaginarios más fuertes que tiene un porteño y ahora tenés que construir algo que es una entidad burocrática y que sirve, porque descentraliza y acerca la brecha de la representación, pero al mismo tiempo tenés que construir ese nuevo imaginario. Y yo lo que entiendo es que eso no se va a crear hasta que el aparato burocrático no empiece a tener una incidencia real en la vida del vecino”.
 Navegando en zonas grises desde lo técnico y legal, el rol del comunero en esta etapa de transición parece partir de un diseño fundamental: el de ser tanto un gestor como un militante. “Vos partís de la base de ser un tipo elegido por el voto popular y al que los vecinos pueden ubicar para transmitir ciertos reclamos pero que no tenés oficina, y encima la ley te dice que a las comunas se le va a otorgar el 5% del presupuesto general de la ciudad pero no sabés qué criterios van a utilizarse para dividirlos. Y, sin embargo, lo importante es poder estar. Hoy los CGP son como un Pago Fácil: los arreglaron, les pusieron boxes, se pueden hacer algunos trámites pero perdieron su esencia. Ya nadie se imagina yendo a protestar como pasaba en el 2001 y ni siquiera tienen una cuadrilla propia para arreglar la vereda de su puerta. Entonces cuando tenés que recurrir al área central para solucionar cuestiones puntuales del barrio, esas soluciones se pierden”, señala Luis. 


Afuera y adentro

¿Pero cuáles son las cuestiones que atiende un comunero? “Nosotros buscamos que todos aquellos que han protagonizado la lucha contra la privatización de la Ciudad asuman un rol activo”, señala Valeria Luz Filgueira, militante del Partido Obrero y primera candidata en la Comuna 8 por el Frente de Izquierda y Trabajadores. “Yo soy delegada docente de la Escuela Especial Nº 7 del barrio de Soldati. Mi acercamiento a la comuna tiene que ver con esa intervención gremial y política. Hoy la zona suroeste es la mas postergada de la Ciudad y es necesario poner en marcha un plan de viviendas que permita urbanizar el conjunto de las villas de la zona y darle salida a la crisis habitacional. Para esto, el Estado debe disponer de los terrenos que hoy tiene la Corporación del Sur y que opera como un reservorio de tierras para una futura especulación inmobiliaria. Un plan de viviendas de esa amplitud requiere un impuesto extraordinario a las grandes corporaciones que lucran en la Ciudad, comenzando por los grupos inmobiliarios”, repasa y se enciende..
Como todo proceso político en gestación, el de las comunas también debe salir a la calle a disputar sus competencias, aún cuando éstas estén menos definidas por la letra fina que por la capacidad de quienes tengan que representarlas. “Hay competencias que van a ser exclusivas, por ejemplo, la cuestión que tenga que ver con espacios verdes o las arterias secundarias, eso lo va a resolver la comuna. Después hay cosas que no, que van a quedar en manos del Estado de la ciudad. Acá el conflicto político se va a armar si las comunas empiezan a funcionar y alguien va y las pone a dormir. Si el PRO gana las comunas y la ciudad y después el jefe comunal sigue la línea del macrismo, que claramente apostó en contra de la descentralización, entonces olvidate, las comunas se van al freezer”, asegura Camila. 


Descentralizar es la tarea

“Para nosotros es un desafío poder plasmar una continuidad con los cuatro años que venimos gobernando”, afirma Victoria Roldán Méndez, secretaria de organización política de Jóvenes Pro y candidata en la Comuna 13 que abarca Belgrano, Colegiales y Nuñez. Para estos militantes, cuyo doble rol es el de ser gestión y apostar a encarnar un puente hacia ella, la descentralización bulle en las aguas de la división de tareas. “Dentro de la juventud lo que nos permitió esta ley fue poder dividirnos o descentralizar lo que sería la militancia. Desde hace dos años empezamos a trabajar en una lógica dentro de la juventud que fue la de división de comunas, es decir, a nuestros militantes lo que intentamos fue dividirlos y que generen ellos mismos actividades y sentirse más representados en el barrio. Entonces a partir de ahí es cuando empezamos a vincularnos más con los referentes barriales, con las distintas autoridades, a participar en los preconsejos consultivos y después de estos dos años tratando de adentrarnos mucho más en el tema de los barrios, que realmente es algo novedoso para nosotros porque antes teníamos una lógica un poco distinta de trabajo, poder tener participación en las comunas fue algo para nosotros muy importante”, remarca.
 Más abajo, en la sureña Comuna 7, Ester Sicardi, miembro de la Asamblea de Flores y candidata por la lista de Proyecto Sur en la comuna que engloba a Flores, Parque Chacabuco y la Villa 1.11.14, forma parte de ese activo que transita en la fantasmagoría de una política de gestión todavía en ciernes. “Hay muy poca información. Inclusive nosotros tenemos una idea de lo que va a ser nuestro trabajo pero todavía no hay nada específico, nos dijeron, ‘bueno, las comunas se van dedicar a las calles, veredas, arreglos o cosas que pueden llegar a necesitarse’, pero cómo va a ser nuestro trabajo, todavía estamos capacitándonos”, nos cuenta. ¿Cómo vive una asambleísta esta posibilidad de alcanzar una unidad mínima de gestión? “Para mí es todo un desafío”, confiesa. “En lo personal, creo que uno está más cerca del barrio y al estar más cerca creo que es mucho más fácil resolver ciertos problemas. Trabajar con la gente, con el vecino, como lo vinimos haciendo hasta ahora sin ningún recurso. Tenemos, por ejemplo, un jardín maternal que es muy importante porque antes teníamos una sala que duró tres años hasta que el gobierno de Macri la clausuró”, recuerda.


La transición

Como toda división territorial, la de las comunas también es una división política. Y más allá de urgencias y prioridades, de pertenencias y construcciones, a simple vista una de las grandes promesas de esta novedosa forma de gestión es la de devolver viejas reivindicaciones de “pago chico” al único ámbito que las puede sacar del refunfuño personal para llevarlas de vuelta a lo colectivo: la política y la militancia. “Yo creo que las comunas para lo que tienen que servir es para tratar de aportar la mayor cantidad de cambios concretos a la vida de los vecinos. No todo se puede solucionar desde la comuna ni mucho menos, de hecho vos tenés bastante acotada las competencias comunales, lo que no significa dejar de tener en cuenta los grandes temas como vivienda, educación y salud, pero sí ubicar en la dimensión real las capacidades de la comuna, sin prometer cosas que después no se podrían cumplir y que terminarían decepcionando a los vecinos, alejándolos de la política. Además, esas cosas acotadas hacen también a la calidad de vida de los ciudadanos, en escala más chica tenés cuestiones que tienen que ver con, por ejemplo, podar bien la rama de un árbol para que no se le caiga en la cabeza a los pibes. Y eso es hacer gestión. Antes uno no miraba esas cosas de esa manera y ahora lo estás mirando y está bien que tengas un ojo ahí. Hoy tenés compañeros que están haciendo relevamientos y eso ayuda a cambiar la cabeza del militante que siempre tiene los grandes temas en la cabeza y a veces se olvida que hacer política es también que aquel que necesita la rampa la tenga”, reflexiona Camila.
Hoy las comunas están en una etapa fundacional, uno de esos momentos que suceden cada mucho tiempo cuando el Estado crea estructuras de representación cruzadas con las variables de población y territorio. Cuán útiles serán para cumplir con sus objetivos originarios (acercar el estado a las necesidades de los vecinos) está por verse en el tiempo. La medida del éxito, en parte, estará dada por el contenido de las políticas que impulsen las fuerzas que accedan a esos espacios de decisión. Lo que sí es seguro es que se trata de una herramienta importante. O dicho con una reformulación de la excepcional frase de Eva: “donde hay una posibilidad, hay un desafío”.


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